EL NACIMIENTO Y CRECIMIENTO DE SANTA RITA

Un humilde y campechano sacerdote de pueblo, el Padre Antonio Hernández, por aquel tiempo cura-párroco de la parroquia de Santa Rita de Casia, en el portuense barrio de Punta Brava, se dio cuenta de la necesidad de atender a una serie de personas mayores necesitadas y, como en todo el norte no había asilos de ancianos desamparados (como si existían y prestaban una labor inestimable en Santa Cruz y La Laguna), decidió, con una voluntad, empeño y trabajo encomiables, crear una residencia que se ocupara de ellos y de los que, por aquel entonces, debutaban con la desconocida enfermedad de Alzheimer. El Padre Antonio hizo realidad su residencia Hogar Santa Rita el año 1981, la cual fue inaugurada por el obispo Luis Franco Cascón. A partir de aquel momento (Hay que decirlo y recordarlo) muchas personas de fuera del Puerto de la Cruz fueron acogidas en Santa Rita, y muchos alcaldes (sobre todo del norte) vieron “los cielos abiertos” y, aportando algunas perritas, lograron que el Padre Antonio acogiera en Santa Rita a los vecinos de otros municipios que no tenían residencias y/o “pasaban” de tenerlas. Y todos seguían calladitos.

Parroquia de Santa Rita, en Punta Brava. y, detrás de ella, imagen del edificio que albergó el Hogar Santa Rita I (se ve hasta el ático añadido) cuando se saturó.

SANTA RITA I DESBORDADA, VAYAMOS A POR LA II

Todo el mundo (o casi todo el mundo) se apoyó y hasta se escudó en la obra benéfica del Padre Antonio, aunque, me consta, que más de un obispo posterior a Luis Franco, me refiero a Damián Iguacen y Felipe Fernández (que en paz descansen) le apercibieron que se estaba metiendo en un “embolado demasiando grande y peligroso” y que tuviera cuidado. Pero el Padre Antonio le respondía que si un anciano llegaba a su puerta (o se lo dejaban abandonado en ella) él no podía dejarlo en la calle. Y así comenzó a promover la idea de crear una segunda residencia, mayor y mejor dotada, que hizo realidad con la famosa venta de “cheques solidarios” en los que el concepto la venta de “pedacitos de cielo”. Con ellos, el Padre Antonio Hernández consiguió la no despreciable cifra de unos 12 millones de euros de hoy (unos 2.000 millones de las antiguas pesetas) y logró que, si no recuerdo mal, su nueva gran obra fuera inaugurada el año 2001, siendo Felipe Fernández, el obispo de la Diócesis Nivariense.

Cartel en la fachada de la residencia de mayores Hogar Santa Rita II.

INCENDIO EN SANTA RITA I Y SATURACIÓN EN LA II

La apertura de la flamante Santa Rita II (diseñada, proyectada y construida inicialmente para unas 400 personas residentes) no acabó con la actividad asistencial de Santa Rita I. La demanda era tan grande, que el Padre Antonio aguantó las dos en servicio, aunque la primera no reunía las debidas condiciones. Todos lo sabían, pero, como siempre, todos miraban hacia otro lado y callaban. Hasta que el 9 de octubre de 2008, un incendio declarado en los bajos de la residencia obligó a su urgente desalojo por parte de bomberos, policía y voluntarios. Por suerte, el incendio se declaró a primeras horas de la tarde y, gracias a Dios, no hubo que lamentar desgracias personales. Si se hubiera declarado de noche… Aquella tarde, una impresionada y muy preocupada Dolores “Lola” Padrón Rodríguez (PSOE), alcaldesa del Puerto de la Cruz, reconocía públicamente las carencias y vulnerabilidad del edificio de Santa Rita I. Las personas que estaban residiendo allí en aquel momento, fueron realojadas en otros centros y muchas pasaron a Santa Rita II, que ya estaba colmatada.

Imagen del incendio en Santa Rita I, el año 2008, con el humo saliendo de su sótano.

COMO SIEMPRE, PASÓ TODO Y SE TAPÓ LA REALIDAD

Como casi siempre, apagado el fuego llego la calma… y el olvido. Pero Santa Rita II pasó de 400 residentes a más de 500, cuando el edificio no estaba preparado para ello y las ampliaciones previstas no estaban terminadas sino con problemas urbanísticos y de legalización, por parte del ayuntamiento, que ya en aquel momento presidía Marcos Brito Gutiérrez (CC). Recuerdo que a una alta autoridad responsable del tema en el Cabildo de Tenerife y a otra del Gobierno de Canarias, les manifesté personalmente la fragilidad del tema y lo preocupante de la situación, apuntándoles en aquel año que, si un virus o una salmonella entraba en Santa Rita II, la gastroenteritis podría llevarse “por lo baños” a muchas de las personas residentes. Recuerdo que una de ellas me dijo que mejor no pensarlo y menos decirlo porque si tuvieran que enviar inspecciones (de permisos de apertura, de sanidad o de seguridad) el edificio seguramente tendría que ser precintado. Y, claro…, ¿Dónde metemos a los viejitos?

Vista aérea de parte del complejo que conforma hoy la residencia Hogar Santa Rita.