ISRAEL VACUNADO Y RELEVO EN LA CASA BLANCA

Sin duda alguna, el mes de enero de 2021 pasará a la historia por tres cosas absolutamente históricas: la llegada de las vacunas para “matar” la pandemia del coronavirus SARS-CoV2, el asalto al capitolio de los Estados Unidos por parte de una horda de energúmenos seguidores del “Trumpismo”, y el relevo en la Casa Blanca, saliendo de la misma el republicano Donald Trump y accediendo a la presidencia el demócrata Joe Biden. Imagino que estarán ustedes “empachados” de información sobre la pandemia y, por ello, permítanme que de ella solo diga que siento envidia del pueblo israelita, del presidente de Israel, Reuven Rivlin y del primer ministro de su Gobierno, Benjamín Netanyahu, que, entre todos, han logrado que, en pocos días, Israel sea el primer país del mundo con toda su población ya vacunada contra la COVID y supuestamente inmune. Envidia sana. Pero, dicho lo anterior, me voy a centrar en algo que he estado pensado en estos últimos días (y meses) respecto de lo sucedido en los Estados Unidos de América y el respeto hacia la / “su” bandera.

Bandera de España, que debería unir a las 17 autonomías, y bandera de los Estados Unidos, que une a los 50 estados que conforman la unión.

DE UN TRAPO A UNA BANDERA, PASANDO POR TRUMP

Para curarme en salud y antes de que alguien se pueda equivocar etiquetándome de alguna u otra manera, les manifiesto que (sin estar de acuerdo con ellas) conozco y respeto a muchas personas que piensan que una bandera es tan solo un cacho de trapo sin valor alguno. Sin embargo, creo que una bandera desde un punto de vista neutral, imparcial, al margen de partidos e ideologías, debería representar la unidad de un país (respetando la diversidad de sus regiones y comunidades autónomas, con sus respectivas banderas) el sentimiento de esa unidad, la representación de la misma en el exterior y la representación de toda la ciudadanía y del Gobierno propio de ese país. Con todo respeto a todos, esa es una de las cosas que me gusta de un país serio y democrático. De países como el Reino Unido, Suecia, Francia, Alemania y, por supuesto, tras la última campaña electoral, también de Estados Unidos. ¿Se han fijado en la puesta en escena de los mítines de ambos contrincantes, tanto Joe Biden por los Demócratas, como Donald Trump por el partido Republicano?

Dos personajes, dos perfiles personales, dos estilos de vida, dos maneras de entender la política, pero un solo país y una sola bandera, que respetan los dos

LAS ESPAÑAS DE MACHADO EN DOS BANDERAS

En España, nuestro país, la bandera nacional es utilizada de forma torticera, irrespetuosa, sesgada, partidista y no sé cuántos calificativos más darle. El actual presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, fue criticado (incluso en el seno de su propio partido, el PSOE) por salir en más de un acto acompañado por una gran bandera nacional de fondo. Pero es que también al líder de la actual Oposición,Pablo Casado le criticaron y tacharon de fascista por poner nuestra Bandera Nacional también de fondo. Paralelamente, claro, nadie discute que Pablo Iglesias (Podemos) enarbole la anterior bandera republicana como suya y, por otro lado, Santiago Abascal (Vox) se arrope con la española casi como si fuera patrimonio exclusivo de la formación que representa. En medio de todo, mucha gente, equivocadamente, se empeña en encasillar a la ciudadanía de a pie en una y otra ideología, partido político o tendencia a la hora de votar, según la bandera que luce con un pin en su solapa, la que lleva en una pulsera o, últimamente, en la mascarilla anti COVID.

Arriba: Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Casado (PP). En medio: Santiago Abascal (Vox) e Inés Arrimadas (C’s) Abajo: Pablo Iglesias (Podemos) y Alberto Garzón (IU) dos miembros del Gobierno de Coalición, que prometieron sus cargos ante la bandera nacional, pero que, cuando pueden, utilizan la republicana.

MEZQUINA MANERA DE CLASIFICAR A LAS PERSONAS

Pero lo cierto y verdad, respetando la historia y, una vez más, respetando a todo el mundo, todos los españoles, tras una modélica transición a la bendita democracia (reconocida por todo el mundo) nos dimos una bandera democráticamente y por consenso, que no hemos sabido (o no hemos querido) que cale en el sentimiento generalizado de nuestra ciudadanía. Quizá algo habremos hecho mal. En Estados Unidos, Suecia, Francia, o el Reino Unido, llevar y lucir la bandera de tu país es motivo de orgullo. En la puerta de tu casa, en la solapa, en una pulsera, en tu coche o donde te dé la gana. Y eso no significa que seas de derechas, de izquierda o mediopensionista. NO quiere decir que seas del PSOE, del PP, de Podemos, Ciudadanos o Vox. En este país nuestro, hoy poner la bandera nacional en cualquiera de esos lugares puede ser motivos de problemas y de tener más de una situación desagradable, por no decir un disgusto gordo. Y seguro que, por todo lo que estoy escribiendo en El Cotarro de hoy, ya más de uno me estará llamando españolista, cuando no directamente facha. Al final, lo que me pone triste y hasta me cabrea es que, sin necesidad ninguna, se empeñen en clasificarnos a las personas en función de una u otra bandera. Sin respetar la bendita libertad. Y yo reivindico verdad, unidad y libertad

Pin de la bandera de Canarias oficialmente aprobada en nuestro Parlamento Regional