Pero lo cierto y verdad, respetando la historia y, una vez más, respetando a todo el mundo, todos los españoles, tras una modélica transición a la bendita democracia (reconocida por todo el mundo) nos dimos una bandera democráticamente y por consenso, que no hemos sabido (o no hemos querido) que cale en el sentimiento generalizado de nuestra ciudadanía. Quizá algo habremos hecho mal. En Estados Unidos, Suecia, Francia, o el Reino Unido, llevar y lucir la bandera de tu país es motivo de orgullo. En la puerta de tu casa, en la solapa, en una pulsera, en tu coche o donde te dé la gana. Y eso no significa que seas de derechas, de izquierda o mediopensionista. NO quiere decir que seas del PSOE, del PP, de Podemos, Ciudadanos o Vox. En este país nuestro, hoy poner la bandera nacional en cualquiera de esos lugares puede ser motivos de problemas y de tener más de una situación desagradable, por no decir un disgusto gordo. Y seguro que, por todo lo que estoy escribiendo en El Cotarro de hoy, ya más de uno me estará llamando españolista, cuando no directamente facha. Al final, lo que me pone triste y hasta me cabrea es que, sin necesidad ninguna, se empeñen en clasificarnos a las personas en función de una u otra bandera. Sin respetar la bendita libertad. Y yo reivindico verdad, unidad y libertad
Pin de la bandera de Canarias oficialmente aprobada en nuestro Parlamento Regional