HUMBOLDT DESEMBARCA EN LA GRACIOSA

El polímata Alexander von Humboldt (1769-1859) fue un extraordinario geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista, diplomático y un desinquieto explorador prusiano, que se enamoró de Tenerife y las restantes siete Islas Canarias. Un gigante de la historia y de la ciencia, considerado como el “padre de la biogeografía moderna universal”, el amigo Alejandro von Humboldt hace ahora 220 años que desembarcó en La Graciosa, la que hoy en día ya es oficialmente nuestra “octava isla”. Fue un domingo, tal como hoy, pero exactamente el 17 de junio de 1799. Lo hizo junto a su amigo Aimé Bompland, otro gran naturalista, médico y botánico francés, célebre por la expedición que junto a Humboldt realizó a América.

FOTO 1.- HUMBOLDT Y BOMPLAND

A la izquierda, Juan Miguel Tezanos (protagonizando el papel de Alexander von Humboldt) acompañado por Albi Robayna (encarnando el papel de Amié Bompland)

LA “OCTAVA ISLA” CONSTRUYE SU HISTORIA

Por ello, la Fundación Canaria Orotava de Historia y Ciencia (FUNDORO) que lidera como director el profesor Miguel Ángel González Expósito, ha elaborado estos meses atrás un sencillo, pero muy atractivo programa de actividades, sobre el viaje de Alexander von Humboldt desde La Coruña hasta llegar al archipiélago Chinijo y, en particular, a la isla de La Graciosa, en donde los viajeros harían su primer desembarco en su viaje hacia América. La conferencia inaugural fue impartida por el ilustre tinerfeño Agustín Guimerá Ravina, historiador e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Una excursión didáctica a cargo del biólogo, geógrafo y también historiador Arnoldo Santos Cabrera y otra conferencia del matemático y experto en cartografía, Juan Antonio García Cruz, enriquecieron el programa, que se completó con una interesante exposición, la escenificación teatralizada del desembarco de Humboldt y Bompland, dirigida por Carlos Belda, y un recital del timplista Benito Cabrera y su cuarteto.

FOTO 2.- DESEMBARCO

Momento del teatralizado desembarco de Humboldt en La Graciosa, el 17 de junio de 1799.

Y HUMBOLDT ENCUENTRA A TINO GUIMERÁ

El propio Agustín Guimerá (El gran Tino, para los amigos, intrépido boy-scout al que todos llaman “Zorro Alegre”) se ocupó de filmar el teatralizado “primer desembarco” de Humboldt y su compañero Bonpland en La Graciosa el 17 de junio de 1799, en lo que hoy es Pedro Barba. Hay un piloto de uniforme, de la fragata que los llevaba a América, dos barqueros y dos pescadores que encontraron los expedicionarios. Humboldt es el personaje rubio que pueden ver en las fotos que gentilmente me ha cedido Tino Guimerá. El actor Juan Miguel Tezanos protagonizó el papel de Humboldt mientras que su colega Albi Robayna encarnó el de Aimé Bonpland. Seguro que muy pronto podremos disfrutar de un documentado trabajo de Agustín Guimerá que, como todos los suyos, será muy instructivo y ameno.

FOTO 3.- TINO Y HUMBOLDT

Agustín “Tino” Guimerá Ravina junto a Juan Miguel “Humboldt” Tezanos, en un momento de descanso de la escenificación del primer desembarco en La Graciosa.

RAFAEL CLAVIJO GARCÍA, 20 AÑOS PRESENTE

Hace 220 años que Humboldt desembarcó en La Graciosa y, aunque parezca que fue ayer, ya hace 20 años que nos dejó para siempre un ilustre abogado y ejemplar político tinerfeño como fue el querido y respetado Rafael Clavijo García (1924-1999) Medalla de Oro de la Isla y Gran Cruz del Mérito Civil, entre otras muchas distinciones. El irrepetible Rafael Clavijo, con su carácter campechano y bonachón (y siempre fumándose un buen puro) fue colaborador de diversos proyectos sociales, entre los que destaca la fundación de la Asociación de Enfermos Renales de Tenerife (ERTE) entidad que presidió durante muchos años y que, padeciendo él mismo una grave enfermedad renal que le llevó a tener que dializarse casi 10 años, la promocionó hasta lograr convertir la isla de Tenerife en el lugar del mundo con más trasplantes de riñón en la década de 1990, hecho éste que se considera su mayor legado.

FOTO 4.- RAFAEL CLAVIJO

Rafael Clavijo García, de mayor, siempre sonriente y, seguramente, con un puro en la mano.