Me resisto a comenzar un nuevo año en negativo, pero no puedo dejar pasar este domingo sin denunciar una serie de hechos que, en gran medida, suponen de nuevo, un ejercicio de hipocresía y cinismo intolerables. Sobre todo, porque, en gran medida, parten de mucha desinformación. Me estoy refiriendo a lo que está pasando en el muchas veces ensalzada, y por muchos recurrida residencia para personas mayores Hogar Santa Rita, en el Puerto de la Cruz, la obra benéfica promovida y hecha realidad por el muy respetado y siempre recordado sacerdote Antonio María Hernández Hernández, quien llegó al sacerdocio después de pasar por varios trabajos, entre ellos los de carpintero, tapicero y hasta boxeador, carrera que abandonó, según se decía, tras la muerte de un contrincante en un combate, para agarrarse a la iglesia católica. Popularmente como el Padre Antonio, llegó a ser cura-párroco de la parroquia de Punta Brava, en el Puerto de la Cruz. Indignado y con la sangre hirviendo, hoy El Cotarro se lo dedico al Padre Antonio y Santa Rita, y siempre en positivo
Antonio María Hernández, el recordado “Padre Antonio”, que vendió “trocitos de cielo”