Un humilde y campechano sacerdote de pueblo, el Padre Antonio Hernández, por aquel tiempo cura-párroco de la parroquia de Santa Rita de Casia, en el portuense barrio de Punta Brava, se dio cuenta de la necesidad de atender a una serie de personas mayores necesitadas y, como en todo el norte no había asilos de ancianos desamparados (como si existían y prestaban una labor inestimable en Santa Cruz y La Laguna), decidió, con una voluntad, empeño y trabajo encomiables, crear una residencia que se ocupara de ellos y de los que, por aquel entonces, debutaban con la desconocida enfermedad de Alzheimer. El Padre Antonio hizo realidad su residencia Hogar Santa Rita el año 1981, la cual fue inaugurada por el obispo Luis Franco Cascón. A partir de aquel momento (Hay que decirlo y recordarlo) muchas personas de fuera del Puerto de la Cruz fueron acogidas en Santa Rita, y muchos alcaldes (sobre todo del norte) vieron “los cielos abiertos” y, aportando algunas perritas, lograron que el Padre Antonio acogiera en Santa Rita a los vecinos de otros municipios que no tenían residencias y/o “pasaban” de tenerlas. Y todos seguían calladitos.
Parroquia de Santa Rita, en Punta Brava. y, detrás de ella, imagen del edificio que albergó el Hogar Santa Rita I (se ve hasta el ático añadido) cuando se saturó.