Nadie duda de que el expresidente del Cabildo tinerfeño, Ricardo Melchior, siendo todavía consejero insular de Agricultura, fue personaje clave en la primera revolución del vino de Tenerife, que supuso el paso del garrafón del “vino del país” (que muchas veces era más de fuera que de aquí) y el nacimiento de las denominaciones de origen protegidas (DOP). Seguramente, después de la implantación de la primera DOP Tacoronte-Acentejo, debió pasarse a una única denominación y quizá no llegar a las cinco que ahora tenemos. Ya sé que, como bien dice el bodeguero y viticultor Enrique Alfonso, podemos hablar de singularización del territorio y de diferenciación del producto, pero igual habría sido mejor a la larga una sola, la DOP Tenerife, apostando por la unión.
Enrique Alfonso (a la izquierda) con Jesús Morales (cuarto de izquierda a derecha) enseñando y atendiendo a periodistas extranjeros los viñedos de Altos de Trevejos