Como cada año, la primera “estación” fue en el cementerio de Santa Cruz de La Palma donde, en sus respectivas tumbas, efectuaron el tradicional homenaje (flores regadas con ginebra Beefeater y brindis con la misma) a los caídos de las Sirenas, empezando por la del maestro y pintor de La Caldera, Quico Concepción y luego ante la tumba de Tomás “Pintito” Cabrera. Este año se siguió por la tumba del gran Voltaire Martín González (ilustre pensador palmero y gran palomero) que luce un precioso epitafio que reza: “Acaba de emprender un vuelo más largo que el de la mejor de sus palomas”, frase que la leyenda atribuye al insigne palmero Pedro Cobiella, veterano locutor de radio en “La Voz de La Palma” y gran tenisquista. En la tumba de Voltaire se tuvo el gesto inédito de soltar una serie de palomas que llevó el bueno de Sabá y que eran, precisamente, fruto del trabajo de palomero del propio Voltaire por recuperar una línea genética palmera y muy especial.
Cuatro grandes palomeros palmeros, segundos antes de la suelta de las palomas de Voltaire, delante de su tumba. De izquierda a derecha: Isidoro Remón, Miguel Perdigón, Sabá y Juan Francisco Capote.