En su momento (año 1997) la consejera Pilar Parejo dio la orden y el Cabildo registró la marca “Guachinche” ante la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) en 7 de las 45 clases que tiene la llamada Clasificación de Niza. Diez años después, cuando llegó el momento de la renovación en la OEPM, los responsables en el Cabildo estaban “en Belén con los pastores”, no hicieron el trámite y perdieron la marca que, posteriormente, fue registrada en un par de clases, por una empresa catalana y un particular tinerfeño. Por ello hoy “todo dios” se atreve a llamarse guachinche y los tenemos “modernos”, “chill out”, “veganos”, y ya, hasta se anuncian en taxis y las redes.
Hay guachinches que se dicen “veganos” y hasta con terraza “chill-out”.