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Ahora, ya más tranquilos y como prometí, dedico El Cotarro de este domingo la Isla Bonita y a toda la buena gente palmera. Lo hago recordándoles la historia real de un curioso encuentro de amigos que, justo hace quince días, se volvió a revivir en territorio palmero, cumpliendo nada más y nada menos que su ¡33 aniversario! El acontecimiento celebrado y todo lo que allí pasó, fue protagonizado por un selecto grupo de palmeros (a cuál más influyente y popular) y tiene mucho que ver con el carácter palmero y su maravillosa manera de entender la amistad y la vida. Por cierto: Diez puntos para la consejera de Política Territorial y Seguridad del Gobierno de Canarias, la palmera Nieves Lady Barreto, quien aplazó su boda por estar pendiente del incendio, dejando al futuro esposo, compuesto y sin novia. Seguro que el hombre habrá entendido las circunstancias, al igual que el lugar donde se iba a realizar el oportuno banquete posterior al casorio. El próximo domingo intentaré contarles alguito más.

Foto de Familia Oficial del “Desembarco de Las Sirenas” 2016 en la isla de La Palma, con “Sosohnova” delante.

Por si no conocen la historia, les recordaré que el año 1983, un grupo de amigos palmeros se reunían en una zona del Real Club Náutico de Santa Cruz de La Palma que llamaban “Los Alfaques”, y que cada sábado se unían al gran maestro Quico Concepción para ir con el grupo de “La Sabatina” a pintar paisajes palmeros… Entre ellos estaban Miguel Perdigón Benítez (el que fuera gran alcalde de la capital palmera) Tito Ayut (gran delantero del C.D. Mensajero que jugó en el Canarias de la primera división venezolana), Roberto Amador (ilustre empresario) y Víctor Lorenzo Díaz Molina (el gran Sosó, para los amigos) Un sábado se fueron de comida y vacilón para Fuencaliente y, metidos en “simones” (léase unos buenos vasos de vino) desembarcaron en la playa con sana alegría y unas algas por la cabeza a modo de corona… Los bañistas que por allí estaban les vieron con tan buena pinta, que comentaron… “¡tremendo desembarco de sirenas!” … Y como son los palmeros para poner nombres a personas y cosas, “Sirenas” les llamaron y “Sirenas” se quedaron, repitiendo el desembarco cada año.

Histórica foto de Las Sirenas, en uno de sus primeros cinco años de “desembarco”, con algunos de sus fundadores originales.

Atendiendo a una amable invitación de mi gran amigo, el ilustre veterinario Juan Francisco Capote (experto en cabras y caballos, presidente de la Asociación Mundial del Caprino, palomero, forofo del Tenisca y exigente gourmet) he tenido nuevamente la ocasión de compartir de cabo a rabo y vivir intensamente el “Desembarco de las Sirenas 2016” celebrado en la playa de La Salemera. Este año la “Comisión de Medioplanificación y Desorganización” fue de nuevo comandada por el incansable Isidoro Remón (encargado de la megafonía y la música de circo y marchas militares, más conocido como «El Checheno», dado que es el idioma que habla a partir de las siete de la tarde) acompañado por los hermanos Miguel y José Luis Perdigón, así como los también hermanos José y Francisco Sosvilla. Tras el encuentro inicial y reparto de camisetas oficiales, las “sirenas” comenzaron su tradicional y exitosa gira anual.

Curiosa y emotiva foto de familia de Las Sirenas 2016 ante la tumba de Quico Concepción, tras ponerle flores regadas con ginebra y posterior brindis con la misma.

Como cada año, la primera “estación” fue en el cementerio de Santa Cruz de La Palma donde, en sus respectivas tumbas, efectuaron el tradicional homenaje (flores regadas con ginebra Beefeater y brindis con la misma) a los caídos de las Sirenas, empezando por la del maestro y pintor de La Caldera, Quico Concepción y luego ante la tumba de Tomás “Pintito” Cabrera. Este año se siguió por la tumba del gran Voltaire Martín González (ilustre pensador palmero y gran palomero) que luce un precioso epitafio que reza: “Acaba de emprender un vuelo más largo que el de la mejor de sus palomas”, frase que la leyenda atribuye al insigne palmero Pedro Cobiella, veterano locutor de radio en “La Voz de La Palma” y gran tenisquista. En la tumba de Voltaire se tuvo el gesto inédito de soltar una serie de palomas que llevó el bueno de Sabá y que eran, precisamente, fruto del trabajo de palomero del propio Voltaire por recuperar una línea genética palmera y muy especial.

Cuatro grandes palomeros palmeros, segundos antes de la suelta de las palomas de Voltaire, delante de su tumba. De izquierda a derecha: Isidoro Remón, Miguel Perdigón, Sabá y Juan Francisco Capote.