Es de vergüenza ver a más de un impresentable (como el del dibujo) luciendo nuestro traje típico en una romería o baile de magos. Impresentable el vaquero de pitillo remangado y mucho más las bermudas. Vergonzosa la camisa blanca del esmoquin de fin de año. Surrealista la bufanda roja utilizada como fajín. Chocantes los tenis marrones sin calcetines y mucho más los Nike. Fuera de lugar el sombrero pajizo de propaganda con publicidad de una marca de bebidas. Sobrantes las gafas de sol Ray-Ban y, para rematarla y fastidiar a la ciudadanía, se van de “botellón” cuando no han probado un vaso de vino “del país” en su vida. Celebro que alcaldes como Paco Linares, en La Orotava, hayan emprendido una cruzada en favor de cuidar y respetar lo nuestro.
Todo un atentado contra lo que entendemos por nuestra vestimenta tradicional.