El bueno de Monsieur Dekany, como lo conocían y lo conoce todo el mundo, tuvo una vista de lince y, sin dudarlo un minuto, contrató a la joven Christine Ciller Duffey como secretaria consular, pagándole directamente su sueldo con el dinero que Jean Dekany detraía de su propia asignación. Un par de años más tarde, fue el propio gobierno francés el que asumió la contratación de Cristina que, desde el año 1990, es funcionaria del estado francés dependiente del Consulado General de Francia en España. La verdad, todo sea dicho, es que Jean Dekany (y su inseparable esposa, Mercedes Bruno) sabían que no se equivocaban y que habían elegido y contratado a una gran mujer. Tanto es así que (con perdón de todos los cónsules posteriores) Christine Ciller ha sido (y sigue siendo) el “alma mater” del Consulado de Francia en Tenerife, reconocida y valorada por todos los franceses y francesas que conforman la colonia de Francia en nuestra isla.
El embajador Yves Saint-Geours (i), Cristina Ciller y José María Vinardell