Como ya he dicho y desde diciembre hasta ahora, los dos “gallos” casi ni se hablan. Solo lo justito y de temas estrictamente del trabajo municipal. Y pregunto yo: ¿Creen ustedes que Carlos Sáinz podría haber ganado una sola carrera, sin comunicarse con su copiloto Luis Moya?… ¿Se imaginan un concierto en el que el director Víctor Pablo Pérez, la orquesta y el coro, fueran cada uno por su lado?… ¿Pueden ustedes concebir un buen restaurante en el que no exista coordinación entre el servicio de cocina y el de sala?. Tanto en unos casos como en los otros, los respectivos equipos estarían desconcertados, descoordinados y, por tanto, serían poco o nada efectivos. En el ayuntamiento de La Laguna me temo que está pasando lo mismo. Parece que el piloto lagunero (léase alcalde) José Alberto Díaz, no se entiende con Javier Abreu, quien se supone debería ser su copiloto en el gobierno municipal. Pero Javier Abreu no dimite (está en su derecho) y el PSOE no termina de hacer algo para solventar esta incómoda realidad. Y así pasan los días y yo (léase La Laguna) desesperando. Creo sinceramente que, aunque sea un gobierno en minoría, debería lograrse una estabilidad que transmita a todos los laguneros y laguneras, una sensación de gobierno unido, solvente y efectivo, que afronte los importantes retos de futuro que La Laguna tiene por delante. ¡Arreglen eso por las buenas, hombre!
Teresa Berástegui (Ciudadanos) está intentando mediar entre el alcalde y Javier (i)