De su diálogo con todas las partes, pudo verse la problemática desde otro punto y entenderse con otro criterio, todo ello bajo la rigurosa profesionalidad de los funcionarios técnicos de la Gerencia de Urbanismo y, por supuesto, desde la más estricta legalidad. La cosa es que, más que retirar “el” cartel, parece que lo que se solicitaba era retirar “uno” de los “dos” carteles que tenía el Tocuyo en su fachada, para quedarse solo con uno, como el resto de los establecimientos del casco histórico. Dicho y hecho. Aclarada la cosa y conseguido el consenso con la ayuda del alcalde, el propio equipo que lidera Manuel García se ocupó el viernes de retirar el cartel que estaba sobre el dintel de la puerta y, de rebote, que quedara “salvado” para siempre el emblemático de azulejos y cerámica. Creo que, por consenso, todos nos merecemos unos berberechos brindando con una cervecita o con una copa de “vino con vino”, las cascaras de los manises al suelo y que el cartel del Tocuyo siga en la pared por siempre.
Clientes y fans del Tocuyo, contentos con la salvación del cartel-mural de casi 40 años