Esta pasada semana hemos recibido el mensaje de una persona que, no solo asegura haberlo visto, sino que lo grabó con su móvil hace un mes… pero que inconscientemente borró la grabación. Para terminar, les recuerdo que el curioso y desinquieto Juan Canario me propuso que hiciéramos un concurso público con dos premios. Seguimos premiando a la primera fotografía que nos llegue, y otro premio para la mejor y más bonita que nos llegue. Pero en las que se demuestre, clara y fehacientemente, que el mirlo blanco realmente existe y que está viviendo y volando por el parque García Sanabria o sus alrededores cercanos. Las personas que deseen participar, amantes a la fotografía o simplemente curiosos, solo tienen que enviar sus fotos en archivos en formato JPG, vía correo electrónico, a: info@elcotarro.com. El único requisito que se precisa es que en la foto quede claro que se trata de Santa Cruz de Tenerife, del parque o sus alrededores, y que, de alguna manera, se acredite que es una foto actual. Anímense, busquen al mirlo blanco (que encima les dará suerte) y envíennos su foto antes del día 30 de enero. Juan Canario y yo les diremos el resultado y lo que proceda en la edición de El Cotarro del día 31. Si es que se logra fotografiarlo, claro. Ahhh… Sepan que los mirlos suelen estar activos, volar y salir en las horas del amanecer y cuando está atardeciendo.
ADIÓS A DON ROSENDO DÍAZ… ¡GENIO Y FIGURA!
Muchas veces suelo despedir y terminar El Cotarro recordando a uno de “los nuestros” que se ha ido para siempre. Este domingo me permitirán que, por el cariño, el respeto y la admiración que le tenía, comience con ello. Porque ayer despedimos a don Rosendo Díaz Pérez, todo un personaje al que se le puede aplicar, sin ningún género de dudas, lo de que ha sido “genio y figura hasta su sepultura”, en el panteón familiar (donde reposan los restos de su esposa, Ana María Domínguez Morales, fallecida hace años) y donde, según llegó a comentar el propio Rosendo en estos últimos meses, iba a estar rodeado por muchos amigos y amigas. El bueno y formidable (calificativo que él repetía mucho) Rosendo Díaz, fue durante más de 20 años gerente del recordado “Hospitalito de Niños”, que fundara el Diego Guigou el año 1901. Hecho a sí mismo, trabajador como él solo y amante de vivir la vida con optimismo, alegría y siempre en positivo fue y seguirá siendo un ejemplo para todos, comenzando por sus hijos y nietos.
Rosendo Díaz Pérez en su pequeño despacho de gerente, en el Hospitalito de Niños
HECHO A SÍ MISMO, SE GANÓ EL RESPETO DE TODOS
Desde muy joven, Rosendo Díaz Pérez comenzó a trabajar con Maximino Acea Perdomo (ex presidente del Cabildo, y propietario de la Compañía Cervecera de Canarias y de grandes almacenes de importación de alimentos) y llegó a ser su administrador de confianza en todo. Entre las miles de anécdotas que rodean la vida de Rosendo Díaz (casi todas positivas y más de una para partirse de risa) está la de ir a Bilbao después de la Guerra Civil, a buscar la maquinaria para la Compañía Cervecera de Canarias, la cual se había comprado antes de la guerra y sobrevivió intacta a la misma. De camino y en el mismo “paquete”, Rosendo se trajo un maestro cervecero alemán que conoció de causalidad en un urinario público. Profundamente creyente, Rosendo Díaz fue un ejemplo permanente de sensibilidad para con las personas más necesitadas y, seguramente por eso, Maximino Acea, Eduardo García Ramos y el Guigou le pidieron y lograron que se fuera como gerente el Hospitalito de Niños.
Primer edificio del Hospitalito de Niños fundado por el Dr. Diego Guigou el año 1901.
FUE EL “ALMA PÁTER” DEL “HOSPITALITO DE NIÑOS”
Como digo, años después, cuando el Guigou creó la Asociación Caritativa de la Infancia, impulsora del “Hospitalito de Niños”, Rosendo Díaz pasó a ocuparse de la gerencia de la Fundación Guigou, siempre con el objetivo de mantener el espíritu fundacional de la misma, que no fue otro que aunar esfuerzos para la atención médica adecuada a los niños enfermos (muchos de ellos sin recursos económicos) con un trato humano acertado. Ellos desde el Hospitalito de Niños fueron pioneros, por ejemplo, en aconsejar que el niño enfermo estuviera acompañado por su madre el mayor tiempo posible durante su enfermedad, siguiendo la teoría del Dr. Guigou al respecto expresada en el sentido de que no quería que “ninguna flor fuese separada de su tallo”. Otro de los logros de Rosendo Díaz en el Hospitalito de Niños fue propiciar, en el caso de estancias largas, que el niño enfermo pudiera seguir estudiando durante el mismo, para evitar su retraso escolar al posibilitar la asistencia de docentes vinculados a centros públicos.
Fachada del Hospitalito en 1981, cuando estaba cumpliendo 80 años de servicio