♦ Esta pasada semana se ha hablado mucho del vino de Tenerife, del vino canario y también del de La Mancha… Y no debemos olvidarnos del vino de Chile o Argentina, que en su momento también llegó a espuertas… Uno o dos párrafos de El Cotarro no dan para explicar las interioridades de lo que ha pasado… No seré yo quien exima de sus responsabilidades a José Joaquín Bethencourt, consejero de Agricultura del Cabildo de Tenerife y presidente de Bodegas Insulares de Tenerife (BITSA), ni a José Luis “Chicho” Savoie, jefe de servicio en el Cabildo y hoy ya dimitido consejero delegado de BITSA… Pero puedo decir que en el corazón del sector del vino de Tenerife hay y ha habido en los últimos diez años muchas historias, mucha hipocresía y mucho cinismo… Hay que recordar cómo estaba el sector antes del primer plan vitivinícola promovido por Ricardo Melchior… No hay que olvidar la cantidad de vino chileno, argentino o de valdepeñas que se vendía en nuestros “guachinches” con el socorrido reclamo de “vino de mi cosecha”… Nadie puede dudar de las buenas intenciones de gente como Juan Jesús Méndez Siverio, Lourdes Fernández, Jesús Corvo, Hugo Luengo, Felipe Monje, Alfonso López y mucha más gente del sector… Pero tampoco podemos olvidar la ya repetida frase del amigo periodista Manuel Iglesias… “Aquí no hay monumento al soldado desconocido, porque nos conocemos todos”.. Y recuerden que, como el propio vino, este manchado asunto, mal tomado y digerido, provoca resaca…
José Joaquín Bethencourt (izda.) y José Luis Savoie… Cada uno mirando para un lado