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Una fiel lectora (anónima) de EL DÍA (y concretamente los domingos de El Cotarro) me ha hecho llegar el siguiente comentario que no sé si debería ir dirigido a nuestro obispo Bernardo Álvarez, o al alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, y que, por su interés y curiosidad reproduzco textualmente: “Paseando por la calle de la Carrera, me paré frente a la Catedral de La Laguna, para contemplar su imagen después de la remodelación. Mi vida de stress no me permite ir normalmente por la calle observando los detalles, pero mi condición de empleada en vacaciones, hizo que hoy el paseo fuera un poco más lento”. En la observación y contemplación de la fachada principal de la catedral, dice nuestra lectora que “tuve un triste y repentino sentimiento de orfandad. Porque allí ondeaban las banderas de España, Canarias, Tenerife y La Laguna, pero no la bandera del Vaticano”. Y yo añado que también la de Europa brilla por su ausencia.

La Catedral de La Laguna no luce la bandera del Vaticano…, ni la de Europa.

Nuestra amable comunicante comenta que “absolutamente en todas ellas, la bandera del Vaticano nos remitía y recordaba nuestra pertenencia a Roma, nuestra condición de iglesia universal, bajo la protección y venerable representación de nuestro Santo Padre. Tampoco falta la bandera amarilla y blanca del Vaticano en todas las iglesias de Roma. Hace unos años, también en Estados Unidos, comprobé que nunca falta en una iglesia que se define católica, la citada bandera”. Nuestra religiosa y vaticanista lectora se pregunta: “¿qué pensarán tantos turistas italianos, americanos, polacos, que nos visitan, cuando se percatan, como yo hoy, de que falta ese signo que repito, nos recuerda nuestra condición de iglesia universal, y nuestro sagrado vínculo con el Vaticano?” Y termina manifestando: “me gustaría sugerir que se hicieran las gestiones oportunas y se pidieran los permisos necesarios para que en la fachada de nuestra Catedral de la Laguna ondee también la bandera amarilla y blanca del Vaticano”. Mensaje recibido y opinión y sugerencia publicada. Ahora, no sé si nuestro obispo Bernardo Álvarez, o el alcalde lagunero, José Alberto Díaz, “recogerán el guante” y pondrán la bandera del Vaticano y, de paso, también la de Europa. Amén.

Coincidiendo con el acto de entrega de los premios de Gastronomía del periódico EL DÍA y la revista Mesa Abierta (de cuya celebración pudieron ver amplia información en la edición del pasado viernes de nuestro periodico y que también la tienen en www.eldia.es) aprovecho para comentarles que Tenerife está de moda en lo que a lo gastronómico se refiere y que esto viene de lejos… La primera Guía Gastronómica de Canarias se editó y publicó en nuestra isla el año 1997 y Tenerife fue el primer lugar de España en el que una corporación pública, nuestro Cabildo Insular con Adán Martín Menis al frente, aprobó en sesión plenaria y por unanimidad, el desarrollo de un plan específicamente dedicado a ello. El Plan de Gastronomía de Tenerife, que tuve el honor de poner en marcha junto a los recordados Manuel Iglesias y José H. Chela (Q.e.p.d.) fue pionero en España y ejemplo para otras provincias y comunidades autónomas. Por respeto a la historia, no debería olvidarse que, de aquella siembra, viene la cosecha que estamos recogiendo ahora en forma de estrellas, premios, visitas y honores.

Logotipo y lema o eslogan del Plan de Gastronomía de Tenerife

A esa cosecha se suman ahora estos premios promovidos por Mercedes Rodríguez Rodríguez, editora y directora del Grupo de Comunicación EL DÍA y por Gonzalo Castañeda, su homólogo en la revista Mesa Abierta. Los que creemos profundamente en la importancia de la Gastronomía, celebramos el nacimiento de cualquier buena iniciativa como estos premios, que cuentan con el inestimable apoyo de la empresa Insular Canarias de Bebidas (Incabe) liderada por Ezequiel Pérez González, a través de su marca de cervezas Cruz Campo Gran Reserva. Hay que felicitar a todos los nominados y muy especialmente a los ganadores en las distintas categorías, pero, si me lo permiten, destacar el premio a la gastronomía universal, que desde ahora llevará el nombre de José Rodríguez Ramírez (el respetado y recordado padre de Mercedes) y que en esta primera edición ha sido otorgado, con total merecimiento, al gran chef Erlantz Gorostiza, jefe de cocina del restaurante MB Abama, que cuenta por méritos propios con dos estrellas Michelin.

El chef Erlantz Gorostiza (i) recibe el premio José Rodríguez Ramírez de manos de su hija Mercedes Rodríguez Rodríguez, editora-directora del Grupo Editorial EL DÍA.