LA MACANA… UNA CURIOSIDAD CANARIA

Un año más les recuerdo que en Tenerife existe una “entidad” única en Canarias. Se llama “La Macana” y acaba de cumplir 86 años de vida. No tienen acta fundacional, ni número en el registro de asociaciones, no tienen CIF, ni reglamentos, ni estatutos. Sólo un anfitrión cada año al que llaman “el Macana” y que tiene la única obligación de invitar a comer una vez al año al resto de componentes de la curiosa entidad. La fundó el año 1930 en la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de La Laguna el presbítero Manuel Pacheco, conjuntamente con el sacristán Juan Marrero Marrero, en torno al día de Santa Cecilia (22 de noviembre) patrona de la Música. El irrepetible Juan Marrero invitaba al coro que iba a cantar la misa especial de aquel señalado y musical día, a un convite en la parte trasera de la iglesia. Un rincón de la iglesia cuya puerta se cerraba con una “macana” hecha con madera de barbusano, que tiene más de cien años y que se conserva con absoluto mimo. Juntos tras la misa agradecían gastronómicamente al coro su interpretación y, de paso, entonaban más canciones en honor a Santa Cecilia.

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José Antonio Arbelo “Lupi” (i) entrega La Macana a Fernando Hernández-Abad.

FERNANDO HERNÁNDEZ-ABAD, ELEGIDO

Lo que empezó en la iglesia pasó luego a la casa de los Hernández-Abad (los “Abanes” de Guamasa) y se ha ido repitiendo año tras año y ahora se celebra en la finca “La Gorvorana” de Los Realejos, propiedad de las familias De la Cruz Veguero y De la Cruz Betancor, que la ceden gentilmente para seguir con la tradición de compartir amistad, gastronomía y música, con el objetivo de recuperar y conservar coplas del cancionero popular canario. El tradicional cambio anual de “Macana” se desarrolla de forma ritual desde siempre, siguiendo un protocolo marcado por la opinión de los más antiguos. El pasado “Macana” fue José Antonio Arbelo (el “Lupi”, para los amigos). El sábado pasado, tras la decisión de los veteranos, fue elegido nuevo “Macana” el gran puntal y ex-controlador aéreo, Fernando Hernández-Abad González. Y es que, si perdemos las tradiciones…, apaga y vámonos.

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