Como podrán suponer, los trajes tienen mucha «fantasía» pero poca «funcionalidad». Si me apuran sólo se mueven para subir y bajar del escenario (muchos precisan empujadores extra para ello) y luego los colocan (algunos de forma fija atornillados a las carrozas o plataformas) para así salir solo en la cabalgata anunciadora y el coso. El resto del tiempo el traje de la reina, los de las damas y demás candidatas, se quedan muertos de risa en la gran nave del Recinto Ferial de Tenerife y alguno, incluso, abandonado para siempre tras la celebración de la gala…Toda esta realidad que les cuento hace que la reina, Priscila Medina, y sus damas, si tienen que asistir a algún acto oficial, visitar alguna sociedad o ir al sitio que sea, nunca puedan ir con la fantasía ganadora al completo. Entre otras cosas porque no caben por la puerta. Creo, y un año más digo, que hay mucho que reflexionar sobre esto de cara a futuras ediciones de nuestro Carnaval. Como (si me lo vuelven a permitir) habría que animar a las murgas a que multipliquen el humor y abandonen la agresividad que muchas veces transmiten y con la que dan la impresión de que están cabreadas con todo el mundo. Otros carnavales (ojo, alguno de enfrente) ya se lo están planteando. Por cierto, creo que en la Gala no se oyó ni una sola vez el “Santa Cruz en Carnaval” del maestro Agustín Ramos. Si perdemos nuestras señas…
Estructura, aquí “vacía”, diseñada por Sedomir Rodríguez para Priscila Medina.