No me duelen prendas reconocer que el alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz Domínguez, está haciendo maravillas en la cuerda floja. En medio de una corporación con una distribución de concejales que “échale de comer aparte”, el hombre está haciendo de tripas corazón y, como rezaba el nombre de la conocida banda británica, “maniobras orquestales en la oscuridad”. Menos mal que José Alberto está curtido en cuestiones de negociación y tiene un temple y una capacidad de aguante, que el Cristo de La Laguna (con perdón) se las conserve. Eso hace que tenga que tragarse lo que no está escrito en los papeles y el hecho de que, incluso, alguno de sus propios concejales y concejalas de Coalición, sean más flojos que unas medias sin ligas. Pero digo que, reconociendo que José Alberto Díaz se lo está currando (y bien) hay pequeños detalles (que en muchos casos son los que hacen feliz una vida) que no son de recibo y que, si los denunciamos con unos, los tenemos que denunciar con los otros. Y es que, lo cortés no quita lo “caliente”…
José Alberto posando con la vara de guayero, con aguijón incorporado.