Los pétalos mojados y tirados a “borbotones” ensuciaron las vestimentas religiosas de los monaguillos, seminaristas y sacerdotes, los trajes de muchos esclavos (que se preguntan que quién pagará las facturas de la tintorería) fueron también manchados. Los pétalos afectaron de forma importante al trono procesional (cuyo terciopelo rojo habrá que sustituir), a la corona del Cristo (cuya plata se manchó) y, lo más importante, grave y peligroso, a la Sagrada Imagen del Cristo de La Laguna (a la que se pegaron muchos pétalos mojados)
Detalle de la Sagrada Imagen del Cristo, manchada con pétalos mojados y pegados.