Dos “pasos” movieron a nuestra Morenita. Uno de ellos, la “urna de viaje”, enganchada un año más al vehículo cedido por Grúas Cuchi, conducido por Trino y su hijo Víctor. El otro, las andas de plata del Siglo XVIII de la Inmaculada, cedidas por la Parroquia de la Concepción de La Laguna, que se movió bajo las directrices del gran sacristán, Antonio Díaz Herrera. El trono tuvo que pasar más de una vez por espacios en los que solo había dos dedos de margen por los lados. Tanto que a Antonio ya lo llaman “El Milimétrico”. Y por milímetros de inclinación, el trono estuvo a punto de hacer “el caballito” cuando llegó al escenario previsto en La Alameda para dar la bienvenida de la Virgen a Santa Cruz. La inclinación de la rampa del escenario (usada días anteriores para la fiesta de Los 4o), era demasiado para la Virgen. Jesús Agüín y Antonio Herrera estuvieron unos minutos con el corazón encogido.
El gran Antonio Díaz Herrera “El Milimétrico, experto “conductor” del trono de la Virgen.