Como podrán suponer, los trajes tienen mucha «fantasía» pero poca «funcionalidad». Si me apuran sólo se mueven para subir y bajar del escenario (muchos precisan empujadores extra para ello) y luego los colocan (algunos de forma fija atornillados a las carrozas o plataformas) para así salir solo en la cabalgata anunciadora y el coso. El resto del tiempo el traje de la reina, los de las damas y demás candidatas, se quedan muertos de risa en la gran nave del Recinto Ferial de Tenerife y alguno, incluso, abandonado para siempre tras la celebración de la gala… Toda esta realidad que les cuento hace que la reina, Sara Cruz Teja, y sus damas, si tienen que asistir a algún acto oficial, visitar alguna sociedad o ir al sitio que sea, nunca puedan ir con la fantasía ganadora al completo. Entre otras cosas porque no caben por la puerta. Creo que hay mucho que reflexionar sobre esto de cara a futuras ediciones de nuestro Carnaval, pero, en el caso de Sara Cruz (todo hay que decirlo y destacarlo) en su espectacular fantasía de Sedomir Rodríguez de la Sierra y su equipo de once personas, han trabajado más de tres meses, ha costado en torno a 30.000 euros y, entre otras cosas, cuenta con unas 12.500 plumas de faisán.
Las ruedas del traje/fantasía de la Reina del Carnaval, Sara Cruz, debidamente atado y anclado en la plataforma que le llevará a las cabalgatas de nuestro carnaval 2020.