Aterrizando y despegando de Nuakchot (capital de Mauritania) puede verse alrededor de todo el extrarradio de la pequeña capital, miles y miles de chabolas (entre lluvia de polvo y mares de basura que nadie recoge), casi todas ellas con antenas parabólicas de televisión, alrededor de las cuales hay siempre hombres y mujeres sentados a modo de agachadilla, esperando a que le llegue su hora para coger una patera o cayuco que les traslade a una nueva y mejor vida. Detrás de un minúsculo corral para el ganado y de un pequeño baño común (a la izquierda) pueden ver las miles de antenas y parabólicas que les conectan a través de las pantallas de televisión de sus chabolas, con otro mundo y otra calidad de vida, que ellos saben que está a solo 1.000 km. en línea recta (menos si parten desde Nuadibú). Ellos viven en casi una pobreza extrema y, permanentemente, ven cómo vivimos nosotros (aún con nuestras problemáticas) y tienen claro que les compensa jugarse la vida por llegar a nuestra realidad.