Sin categoría

El incansable Vicente Álvarez-Pedreira Gil continuó con el despacho que fundara su padre y que, con el nombre de AP Consultores siguió creciendo liderado por él, junto con su hermano Gonzalo. Hace un par de años firmó una alianza estratégica con la firma PKF, por la que surgió PKF Attest Canarias, dando a AP Consultores una dimensión nacional e internacional. Seguro que por todo y por las grandes relaciones que tiene Vicente Álvarez, el pasado día 26, nuestro paisano recibió la denominada “Nota Verbal” que, textualmente, decía: “El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación saluda atentamente a la Embajada de la República Portuguesa y, con relación a su Nota Verbal Nº282, de fecha 07 de octubre de 2020, tiene el honor de comunicar que acepta el nombramiento del Sr. Vicente Miguel Álvarez Gil, como Cónsul Honorario de Portugal en Santa Cruz de Tenerife. O sea, que, desde ahora, el tratamiento para el amigo Vicente Álvarez deberá ser el de Honorable Señor Cónsul. Parabéns, boa saúde e toda sorte do mondo no desempenho do seu cargo honorário, muito obrigado pela sua amizade, por continuar a ser a mesma pessoa, e que os truques nunca perdem. O lo que es lo mismo en “cristiano”: Felicidades, mucha salud y toda la suerte del mundo en el desempeño de su honorífico cargo, muchas gracias por su amistad, por seguir siendo la misma persona y que nunca las mañas pierda.

Vicente Álvarez Gil, en el acto de colocación de una placa con la denominación de una calle de Santa Cruz de Tenerife con el nombre de su padre, Vicente Álvarez Pedreira.

No quiero que pase este domingo sin felicitar también a un querido amigo y compañero, colega periodista y maestro de periodistas. Me refiero a José Antonio Pardellas Casas, que esta pasada semana ha cumplido sus primeros 83 años de intensa vida, tanto personal como profesional. No sé si, en este caso, habría que decir que cumple un año menos en Canarias. Lo digo porque, precisamente este año y por culpa del propio José Antonio Pardellas, se cumple medio siglo de la creación de la famosa coletilla “Una hora menos en Canarias” que, por si no lo sabían, inventó José Antonio allá por el año 1971. Una frase que, sin duda, ha sido el mejor eslogan publicitario de las Islas. El bueno de José Antonio Pardellas, premio Canarias de Comunicación el año 2010, coincidió en una ocasión con Luis del Olmo en uno de sus programas de radio, y Pardellas no dudó en comentarle al famoso y veterano locutor que cuando se mencionaba la hora peninsular en antena, siempre se dejaba descolocada a la gente de las Islas, dado que, de alguna manera el dato era “erróneo” o tal vez “inexacto” para los residentes en Las islas. Un rato más tarde y desde aquel día hasta la actualidad, después de la hora peninsular se sigue escuchando lo de “Son las tantas horas… del día, una hora menos en las Islas Canarias”. Felicidades por partida doble a José Antonio Pardellas y larga vida con salud.

José Antonio Pardellas Casas, siempre rodeados por el mundo de la radio

Se acabó lo que se daba. El anónimo Juan Canario sigue estando convencido de que por los alrededores del santacrucero parque García Sanabria está viviendo y volando un ejemplar de “mirlo blanco” que, como dice la tradición, verlo da buena suerte. A propuesta del propio Juan Canario promovimos desde El Cotarro un concurso para premiar a la persona que nos mandara una foto que confirmase fehacientemente que esto era una realidad. El concurso acabó ayer y, lamentablemente, no ha podido ser. No hemos recibido del “mirlo blanco” imágenes de ningún tipo. Nos han llamado diciéndonos que lo han visto, incluso una persona aseguró haberlo grabado con su móvil, pero que había borrado o perdido la grabación. O sea, que Juan Canario, un servidor y todos los lectores de El Cotarro nos quedamos con las ganas. De todos modos, si alguna persona lo ve en el futuro, sepa que le dará buena suerte. Y si tiene la oportunidad de fotografiarlo, no se olvide de mandarnos la foto a info@elcotarro.com. Favores que agradecerán.

Sin duda alguna, el mes de enero de 2021 pasará a la historia por tres cosas absolutamente históricas: la llegada de las vacunas para “matar” la pandemia del coronavirus SARS-CoV2, el asalto al capitolio de los Estados Unidos por parte de una horda de energúmenos seguidores del “Trumpismo”, y el relevo en la Casa Blanca, saliendo de la misma el republicano Donald Trump y accediendo a la presidencia el demócrata Joe Biden. Imagino que estarán ustedes “empachados” de información sobre la pandemia y, por ello, permítanme que de ella solo diga que siento envidia del pueblo israelita, del presidente de Israel, Reuven Rivlin y del primer ministro de su Gobierno, Benjamín Netanyahu, que, entre todos, han logrado que, en pocos días, Israel sea el primer país del mundo con toda su población ya vacunada contra la COVID y supuestamente inmune. Envidia sana. Pero, dicho lo anterior, me voy a centrar en algo que he estado pensado en estos últimos días (y meses) respecto de lo sucedido en los Estados Unidos de América y el respeto hacia la / “su” bandera.

Bandera de España, que debería unir a las 17 autonomías, y bandera de los Estados Unidos, que une a los 50 estados que conforman la unión.