En el momento en que el féretro con el cuerpo sin vida de Fermín Hernández fue levantado a hombros por seis compañeros sacerdotes, una impresionante y cerrada ovación surgió espontáneamente y, de forma ininterrumpida, le acompañó hasta que se fue en el coche fúnebre. Unos sentidos aplausos de gente sencilla muchos de las cuales no pudieron reprimir las lágrimas. Seguro que muchos eran sus feligreses, médicos, enfermeras, auxiliares y personal en general de La Candelaria y de la Casa Cuna, directivos, jugadores y aficionados del “Tete”. Todos agradecidos por lo mucho y bueno que Fermín sembró en solo 53 años. Como me comentó el también amigo y gran empresario Paco Gómez, “se nos ha ido un hombre bueno”. Descansa en paz, amigo Fermín, ¡que Dios te bendiga!
Más de 100 compañeros sacerdotes despidieron a Fermín Hernández entre aplausos