En la misa exequial, que presidió el vicario general Antonio Pérez Morales (porque nuestro obispo Bernardo Álvarez está fuera de la isla) ¡más de cien! compañeros sacerdotes acompañaron a Fermín en su tránsito hacia el que, con toda seguridad y si existe, es el Cielo, con mayúscula. En una intensa y sentida homilía de exactamente once minutos (cosa que se agradece y agradecieron todos los presentes) un visiblemente emocionado Antonio Pérez, resumió de manera sencilla, profunda, bonita y hasta brillante, el paso de Fermín por este complejo mundo y el difícil momento que le tocó vivir. El vicario destacó el carácter abierto de Fermín, su gran sentido del humor, su continuo espíritu de servicio, su cercanía a todos, su permanente alegría y su preocupación por los necesitados, que le daba a Fermín “eso que llamamos un déjame entrar” y que «su todo, desde el amor, le hacía entrañable»
El Vicario General, Antonio Pérez Morales, en el momento de su sentida homilía