El guion se repite fielmente y, tras la reunión en el Club Náutico, la primera “estación” fue en el cementerio de la capital palmera donde, en sus respectivas tumbas, efectuaron el tradicional homenaje (flores regadas con ginebra Beefeater y brindis con la misma) a los caídos de las Sirenas, al grito de ¡a los vasos!. Empezaron por la del “pintor de La Caldera”, Quico Concepción y luego siguieron por el resto de amigos. Este año con parada especial en la tumba de José Manuel Ayut Brito, mensajerista y componente de Las Sirenas que falleció el pasado mes de diciembre, y que fue el impulsor y “alma pater” del Judo en la isla.
Brindis en el cementerio, tras la ofrenda floral y los discursos de recuerdo.