DE LA CONSTRUCCIÓN AL OCIO, PARA SER FELIZ

Podría contarles muchas cosas, pero baste decir que Luis se dio cuenta de que el sector del Turismo (los turistas y también la gente local) merecía un ocio de calidad, y se empeñó en que, parte de los beneficios de aquella fábrica, sirvieran, como él mismo decía, para que Santa Cruz de Tenerife tuviera una gran discoteca de categoría nacional, como cualquier otra gran capital de provincia en España. Y fruto de su empeño fue la recordada discoteca KÚ, en el Parque de La Granja, las cafeterías Ricatapa o, últimamente, el apasionante proyecto fotográfico “I Love” y otras iniciativas, que Luis promovió, gestionó y cuidó hasta que decidió, también merecidamente, tocar retirada discretamente. En medio de todo eso, tuvo una delicada salud de hierro, que le acompañó durante los últimos años, obligándole a pasar por momentos de hemodiálisis y hasta por dos trasplantes de riñón. El segundo, por cierto, donado por su leal y fiel compañera y esposa, Marisa, una mujer también ejemplar, que estuvo siempre a su lado, en las duras y en las más duras. Hoy ella, Marisa, y sus dos hijos, Patricia y Luis, y hasta su primera y aún pequeñaja nieta (hija de Patri) pueden estar absolutamente orgullosos de haber tenido durante todos estos años a un gran esposo y un tremendo padre y abuelo, que se fue calladamente queriendo a todos, como todos le queríamos: sinceramente. Descansa en paz, amigo Luis, y sigue ahora, con tu socarrón humor, fotografiando el cielo de cerca.

Bnn_Careca

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