Lo curioso de la pitaya radica en que se abre una sola vez, en las horas nocturnas y se auto fecunda, pero también puede cruzarse, siendo los murciélagos los mejores polinizadores en su medio natural. Pero en Arico, a falta de murciélagos, son Bernardo, Isora, Adel y su equipo, quienes se encargan manualmente y una a una, de polinizar sus pitayas por las noches y cuidar luego del fruto hasta su recolección entre cuatro y ocho meses después, dependiendo de las temperaturas. Pero la curiosidad que trae a Bernardo García y sus hijos a esta reseña en El Cotarro es una curiosa y apasionante aventura denominada “Ínsula Dragonaria”. Una bebida alcohólica nacida en Tenerife y elaborada en Arico, obtenida por fermentación de pitaya, uva y maracuyá (fruta muy diurética), que se sirve muy fría y que es ideal como aperitivo o para acompañar toda una comida. La bebida tiene como segundo nombre Tayda, el de una pequeñaja que ahora ronda los dos años de edad y que viene a ser hija de Isora y nieta de Bernardo. Lo que se esconde en esta bebida y Tayda, se cuenta en un cartoncito colgado en cada botella que narra, textualmente, la siguiente historia:
Plantación de pitayas en Arico, y mesa con sus frutos y el elixir “Ínsula Dragonaria”