Siguiendo con el símil de la cocina la terminología gastronómica, el conflicto generado en el servicio de Urgencias de nuestro Hospital Universitario de Canarias sigue cocinándose, pero, en este caso, a baja temperatura. Creo que, en una inteligente y respetuosa actitud de los protagonistas principales del conflicto, se está produciendo una tregua hasta que el nuevo equipo de la consejería de Sanidad aterrice de verdad en sus nuevos cargos. El problema no se ha resuelto, ni mucho menos. Podríamos decir que está en un coma inducido. Y dependerá del nuevo consejero, Blas Trujillo, y del nuevo director del Servicio Canario de la Salud, Alberto Pazos, que el conflicto termine sin mayores secuelas ni efectos colaterales. La cosa, lamentablemente, ha afectado a muchas personas. A día de hoy, que yo sepa, la gerente Mercedes Cueto, ha cogido unos días de vacaciones, mientras que, al cesado coordinador de Urgencias, el Dr. Guillermo Burillo, la tensión del conflicto le ha pasado factura a su tensión arterial y está de baja y debidamente tratado.
Alberto Pazos, ya es el nuevo director del Servicio Canario de la Salud (SCS)