HAGAN ALGO PARA QUE NO VUELVAN A TIRARLA

Hoy la farmacia Santos -Lecuona está regentada por la sexta generación de la familia, siendo su farmacéutica titular, Esther Lecuona Méndez con la que trabaja también su hermano Guillermo. Ellos se han preocupado de que la lámpara esté bien cuidada y conservada, al igual que reparada debidamente cada vez que la han golpeado y tirado al suelo. Un casco histórico como el de La Laguna, Bien Cultural Patrimonio de la Humanidad, tiene su valor y atractivo, tanto para vecinos como para turistas, no solo con grandes edificios, templos y museos, sino también con pequeños detalles icónicos, como esta lámpara de la farmacia Santos Lecuona, o con el tristemente desaparecido termómetro exterior que tenía la papelería de don Juan Penedo. Por ello habría que pedirle al Ayuntamiento de La Laguna, con el alcalde Luis Yeray Gutiérrez al frente, que la o las concejalías que tengan que ver con esta problemática, hagan lo antes posible lo que estimen oportuno y conveniente, para que esta joya lagunera en forma de lámpara, siga luciendo y alumbrando por muchos años.

Wenceslao Yanes, señalando el punto donde la cabeza de la serpiente sujeta a la gran lámpara traída de Sevilla el año 1901 y que, este próximo 2021, cumplirá 120 años.

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DAMIÁN IGUACEN: PEQUEÑITO, PERO GRAN OBISPO

Este domingo no voy a hablar de política. Quiero “desengrasarme” y ayudar, en la medida de lo posible, a que los lectores de El Cotarro también se “desengrasen». Este domingo voy a hablar en positivo y, desde el recuerdo, hablar de amigos que se fueron y de “amigas” que vinieron en otra forma de inmigración, pero que, de alguna manera, volvieron con ella a la vida. Por ello, mi primer recuerdo de este domingo va para monseñor Damián Iguacen Borau (1916-2020) un pequeño gran hombre, un pequeño sacerdote que llegó a ser un inmenso obispo. En 1984 fue nombrado Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, conocida como “Diócesis Nivariense” y también llamada Diócesis  de Tenerife, cargo que desempeñó hasta el 12 de junio de 1991, cuando la Santa Sede aceptó su renuncia y pasó a ser obispo emérito de ella. Con tan solo 104 años de edad, se nos fue tranquilo (seguro que al cielo) el pasado martes, dejándonos una hermosa trayectoria personal, vital y pastoral. Muy pocos días antes de morir, fue visitado por nuestro actual obispo, Bernardo Álvarez y mutuamente se dieron la bendición. La de don Damián fue una de las últimas.

Bernardo Álvarez (i) visitando a un ya viejecito pero alegre Damián Iguacen.

LA ÚLTIMA ENTREVISTA A JUAN LUIS CALERO

Un verano el nuncio le dijo que el Santo Padre le trasladaba de Teruel a Tenerife, y Mons. Damián Iguacen le respondió, “pues nada, a Tenerife” … Como don Damián había trabajado mucho con el tema de los límites territoriales, de la diócesis de Barbastro y el problema con Cataluña, algunos le dijeron que, “de castigo por lo de Cataluña le mandan para allá” y, al llegar aquí, algunos periodistas de aquí le dijeron “ya sabemos que viene castigado”, a lo que don Damián replicó, “pues si venir a las Islas Afortunadas es ser castigado, es una discordancia, porque esto es una felicidad”. Busquen por Internet en YouTube una de sus últimas entrevistas, la que le hizo el bueno de Juan Luis Calero, con motivo de la celebración del bicentenario de nuestra “su” Diócesis Nivariense. De verdad, búsquenla y no se la pierdan. Que don Damián descanse en paz.

Una de sus últimas entrevistas, concedida a Juan Luis Calero. Deben buscarla y verla.

UN PEQUEÑO Y GRAN INMIGRANTE LLAMADO EBU

El siguiente recuerdo puede parecer curioso, pero, en estos momentos de gran problemática con el tema de la inmigración, quizá venga bien para reflexionar y verla con otros ojos. Lo digo porque quiero hablarles de otro pequeño gran hombre, en este caso de raza negra, que un día, hace más de 40 años, llegó a Tenerife procedente de una pequeña aldea de Gambia llamada Lamin. Nuestro protagonista se llamaba Ebrima Badjie Jarj, pero todos los amigos compañeros de trabajo que le rodeaban en nuestra isla le llamaban cariñosamente Ebu. Vino a Tenerife de la mano del gran Wolfgang Kiessling, fundador y presidente de la compañía Loro Parque, cuando el Sr. Kiessling, que en aquellos años era cónsul de Gambia, viajaba a aquel país para fomentar campañas de recuperación de aves en peligro de extinción. Muchas de aquellas aves hoy se han salvado de su casi cantada desaparición gracias al equipo de profesionales de Loro Parque y Loro Parque Fundación.

El bueno y siempre sonriente, Ebrima Badjie Jarj, cariñosamente conocido como Ebu.