LA REALIDAD EXIGIÓ MANO FIRME Y DECISIÓN

Todo lo hasta aquí contado (y lo no contado, pero que se contará poco a poco) tiene que ver con una decisión complicada pero firmemente tomada por Ángel Víctor Torres, con el beneplácito de Román Rodríguez y el sabio asesoramiento de puntales cercanos a él como José Julián Istúritz. De muchas llamadas a muchas personas relevantes de distintos estamentos y sectores (de aquí y de más lejos). Después de lo anunciado y de un cierto ridículo ante la media “yenka” montada, la decisión no podía, no debía ser otra. La realidad de la Sanidad canaria en medio de la pandemia y ante lo que pueda venir los próximos meses, no permitía dilatar más la situación de inestabilidad y el tóxico ambiente y mal rollo que se iba extendiendo por todos los sectores, desde los centros de atención primaria a los hospitales de referencia, pasando por muchos despachos políticos y no tan políticos.

Ángel Víctor Torres (i), Román Rodríguez (c) y Julio Pérez que, de una manera u otra, mucho han tenido que ver en todo lo sucedido esta pasada semana.

YA NOMBRADO DE NUEVO, DÉJENLO TRABAJAR

El Gobierno de Canarias y su consejería de Sanidad han conocido en lo que va de legislatura hasta cuatro directores en el ya mencionado SCS: Blanca Méndez (con Teresa Cruz como consejera), Antonio Olivera (con Julio Pérez como consejero provisional), Alberto Pazos (ya con Blas Trujillo) y ahora Conrado Domínguez. Conozco a Conrado y confieso que le tengo en gran estima y que me parece un gran profesional, preparado, cercano y campechano (que tendrá sus defectos, como todos nosotros) pero que cuenta con un importante respaldo de los profesionales del sector y con experiencia más que contrastada en este cargo, que ostentará por segunda vez, después de haberlo ocupado (como independiente) durante la presidencia de Fernando Clavijo (Coalición Canaria) siendo consejero de Sanidad, José Manuel Baltar(también independiente). Un tándem de lujo que debió seguir, por encima de ideologías y partidismos…, pero somos como somos. Me atrevo a decir que, si después de todo lo que ha pasado, le han vuelto a llamar y Conrado ha aceptado el cargo, no me vayan ahora a ser puñeteros ni mezquinos. Permitan a Conradotrabajar, tomar decisiones y organizar sus equipos. Déjenle, simplemente, ser y hacer. Démosle sanitariamente de nuevo, a los tres, Ángel, Blas y Conrado, 100 días de gracia. Qué menos.

Conrado Domínguez Trujillo, renovado director del Servicio Canario de la Salud

LUIS LERÍN AZNAR, ADIÓS A UN MAÑO TINERFEÑO

Cambio de tercio finalizando El Cotarro de hoy, recordando, lamentablemente, la partida para siempre de un gran amigo que fue maño de nacimiento y tinerfeño de adopción. Me refiero al gran Luis Lerín Aznar, un claro ejemplo del dicho de que uno no es de donde nace (que también) sino de donde pace. Luis Lerín vino muy joven desde Zaragoza y trabajó como nadie en un montón de sitios, ganándose, poco a poco el cariño y respeto de todos y, también poco a poco, labrando una trayectoria empresarial digna de elogio. De prácticamente comenzar “de pibe” en el veterano hotel Moreque, en Los Cristianos (Arona), fue arriesgando y luchando hasta consolidar merecidamente un patrimonio que, lejos de despalillarlo (como otros) lo invirtió de nuevo en Tenerife para generar mucha riqueza y puestos de trabajo en nuestra isla. El bueno de Luis Lerín fue uno de los que hizo posible la construcción e instalación de la primera fábrica de tuberías plásticas de Canarias, Canplástica, con lo que nuestra tierra, durante el boom de la construcción, por fin no tuvo que depender solamente de marcas multinacionales.

Luis Lerín Aznar, siempre positivo, siempre optimista, siempre sonriente.

DE LA CONSTRUCCIÓN AL OCIO, PARA SER FELIZ

Podría contarles muchas cosas, pero baste decir que Luis se dio cuenta de que el sector del Turismo (los turistas y también la gente local) merecía un ocio de calidad, y se empeñó en que, parte de los beneficios de aquella fábrica, sirvieran, como él mismo decía, para que Santa Cruz de Tenerife tuviera una gran discoteca de categoría nacional, como cualquier otra gran capital de provincia en España. Y fruto de su empeño fue la recordada discoteca KÚ, en el Parque de La Granja, las cafeterías Ricatapa o, últimamente, el apasionante proyecto fotográfico “I Love” y otras iniciativas, que Luis promovió, gestionó y cuidó hasta que decidió, también merecidamente, tocar retirada discretamente. En medio de todo eso, tuvo una delicada salud de hierro, que le acompañó durante los últimos años, obligándole a pasar por momentos de hemodiálisis y hasta por dos trasplantes de riñón. El segundo, por cierto, donado por su leal y fiel compañera y esposa, Marisa, una mujer también ejemplar, que estuvo siempre a su lado, en las duras y en las más duras. Hoy ella, Marisa, y sus dos hijos, Patricia y Luis, y hasta su primera y aún pequeñaja nieta (hija de Patri) pueden estar absolutamente orgullosos de haber tenido durante todos estos años a un gran esposo y un tremendo padre y abuelo, que se fue calladamente queriendo a todos, como todos le queríamos: sinceramente. Descansa en paz, amigo Luis, y sigue ahora, con tu socarrón humor, fotografiando el cielo de cerca.

Bnn_Careca