Pero esta sensación de ridículo y sometimiento, que se está transmitiendo cada vez más, no queda solo en las filas del Partido Socialista y de Podemos, aquí en nuestras islas. La sensación de estar “aguantando, callando y tragando” también se extiende a nuestra paisana socialista Carolina Darias (anteayer ministra de Política Territorial y hoy de Sanidad) que debería ser voz y conciencia directa de Canarias en el seno del Consejo de Ministros, pero que, por lo que se ve, tampoco termina de hacer nada efectivo en favor y defensa de su tierra de origen. De igual modo, tal como manifesté hace un par de semanas, el vicepresidente canario, Román Rodríguez y los cargos de Nueva Canarias, no terminan de definirse del todo, plantándose, y poniéndose en su sitio, como Dios manda (más allá de conservar un puesto en el Gobierno) para que, de forma inmediata, contundente y definitiva, se afronte en tiempo y forma la actual problemática de la inmigración en Canarias, antes de que, como dijo una vez el ministro Josep Borrell, no explote el “polvorín canario”. El ridículo deja a todos en evidencia y a los canarios con las ganas de mandarlos al… paro.
Grande-Marlaska (i) que ha terminado ninguneando a Ángel Víctor (c) y Román.