INCENDIO EN SANTA RITA I Y SATURACIÓN EN LA II

La apertura de la flamante Santa Rita II (diseñada, proyectada y construida inicialmente para unas 400 personas residentes) no acabó con la actividad asistencial de Santa Rita I. La demanda era tan grande, que el Padre Antonio aguantó las dos en servicio, aunque la primera no reunía las debidas condiciones. Todos lo sabían, pero, como siempre, todos miraban hacia otro lado y callaban. Hasta que el 9 de octubre de 2008, un incendio declarado en los bajos de la residencia obligó a su urgente desalojo por parte de bomberos, policía y voluntarios. Por suerte, el incendio se declaró a primeras horas de la tarde y, gracias a Dios, no hubo que lamentar desgracias personales. Si se hubiera declarado de noche… Aquella tarde, una impresionada y muy preocupada Dolores “Lola” Padrón Rodríguez (PSOE), alcaldesa del Puerto de la Cruz, reconocía públicamente las carencias y vulnerabilidad del edificio de Santa Rita I. Las personas que estaban residiendo allí en aquel momento, fueron realojadas en otros centros y muchas pasaron a Santa Rita II, que ya estaba colmatada.

Imagen del incendio en Santa Rita I, el año 2008, con el humo saliendo de su sótano.

COMO SIEMPRE, PASÓ TODO Y SE TAPÓ LA REALIDAD

Como casi siempre, apagado el fuego llego la calma… y el olvido. Pero Santa Rita II pasó de 400 residentes a más de 500, cuando el edificio no estaba preparado para ello y las ampliaciones previstas no estaban terminadas sino con problemas urbanísticos y de legalización, por parte del ayuntamiento, que ya en aquel momento presidía Marcos Brito Gutiérrez (CC). Recuerdo que a una alta autoridad responsable del tema en el Cabildo de Tenerife y a otra del Gobierno de Canarias, les manifesté personalmente la fragilidad del tema y lo preocupante de la situación, apuntándoles en aquel año que, si un virus o una salmonella entraba en Santa Rita II, la gastroenteritis podría llevarse “por lo baños” a muchas de las personas residentes. Recuerdo que una de ellas me dijo que mejor no pensarlo y menos decirlo porque si tuvieran que enviar inspecciones (de permisos de apertura, de sanidad o de seguridad) el edificio seguramente tendría que ser precintado. Y, claro…, ¿Dónde metemos a los viejitos?

Vista aérea de parte del complejo que conforma hoy la residencia Hogar Santa Rita.

LAS NECESIDADES Y LO QUE SE DEBERÍA HACER

Me da que todas las administraciones (desde los ayuntamientos al Gobierno regional y más allá) y todos los partidos y sindicatos (desde la izquierda a la derecha y más allá) han estado y están vergonzosa e irresponsablemente callados porque no saben cómo resolver la situación. El Hogar Santa Rita forma parte de las infraestructuras sociosanitarias con las que cuenta la isla de Tenerife para hacer frente a la tremenda demanda de personas que requieren de un centro de este tipo y, aunque es una fundación canaria privada (no dependiente de Iglesia), mantiene convenios con el Cabildo tinerfeño, que preside Pedro Martín, y con el de La Gomera, que preside Casimiro Curbelo, así con ayuntamientos como Guía de Isora, Santa Cruz de Tenerife. Adeje, El Sauzal, Icod de los Vinos, La Matanza de Acentejo, Santa Úrsula, Fasnia, La Orotava, Güímar, San Cristóbal de La Laguna, Arona y Los Realejos. Pero creo que muy pocos o ninguno de esos ayuntamientos tienen residencias propias para atender a sus vecinos mayores. Y hasta Marian Franquet,consejera insular del Área de Acción Social del Cabildo de Tenerife, se resiste a hablar con los medios de comunicación porque sabe la importancia y la fragilidad del tema y la situación.

Marian Franquet, consejera desbordada por una cruda realidad, que hay que cambiar.

RESIDENCIAS MÁS PEQUEÑAS, CERCANAS Y VIABLES

Y es que, a estas alturas de la película, casi todo está inventado y todo el mundo sabe que macro-residencias como Santa Rita II, por muy bien que lo haga Tomás Villar Estévez, director gerente del centro y tesorero de la Fundación (con sus fallos y todo, como usted y como yo) no tienen mucho sentido. Por muy bien que lo hagan los profesionales que allí trabajan (auxiliares, asistentes, personal de enfermería, de cocina, de mantenimiento, etc.…). Un establecimiento con esas dimensiones y con tremendo número de personas residentes, que mayoritariamente son mayores de edad y muy frágiles de salud, siempre es una “bomba de relojería” sanitaria y mucho más caros de mantener. Hoy en día, lo que procede son residencias más pequeñas y llevaderas (de entre 50 y 100 personas) quizá ni más chicas ni más grandes, que sean mejor llevaderas, mucho más seguras, económicamente viables, y, además, cercanas al entorno y a las familias de las personas residentes en ellas. Quizá municipales, o de mancomunidades, gestionadas desde la administración con la gestión cedida o concertada con empresas especializadas. Pero los ayuntamientos y sus alcaldes siguen prefiriendo pasar la “papa caliente” a otros. Y siguen callando.

Roque Silva (i) y Tomás Villar, con la imagen del Padre Antonio detrás. Muchas veces callan ante la pasividad y “escaqueo” de muchos responsables políticos