José Carlos Marrero González

El ganador de los preciados ingredientes, Manuel González Llanos, fue un suministrador de material fotográfico residente en el Puerto de la Cruz, quien prefirió dejar el premio al popular y respetado fotógrafo Antonio García Rueda, el hoy jubilado maestro de Foto Rueda, malagueño de nacimiento y lagunero de adopción, para que lo llevara como donación al Asilo de Ancianos… Muchos andaluces amigos de Antonio Rueda añadieron productos al lote inicial, con especial mención al aceite de oliva, muy andaluz y no perecedero, por lo que cada año la cantidad ha ido creciendo tanto como su generosidad. Antonio Rueda, quien fuera durante muchos años gran fotógrafo para el periódico EL DÍA, y su inseparable esposa Antonia, creo que tienen un mérito especial porque (sin menospreciar al resto) ellos dos no paran de animar a unos y otros para que la tradición no decaiga y que el donativo llegue cada año. Antonia y Antonio son unos auténticos puntales y, si me lo permiten, este año deseo “cargar las tintas” en un reconocimiento y homenaje a ellos dos, que son la discreción en la caridad personificada.

Antonio Rueda con la superiora del Asilo de La Laguna, Sor María de la Cruz Rey.

El pasado domingo día 31 (como cada último domingo del mes de enero desde hace 33 años) se repitió el gesto y, aglutinados por gente buena como los propios Marcos Abel Afonso y Antonio García Rueda, más de 50 andaluces-laguneros volvieron a la Casa Hogar del Santísimo Cristo y, tras la misa celebrada por el padre Javier Lucea, pidieron permiso a la madre superiora, Sor María de la Cruz Rey, y le entregaron a la veterana y querida Sor Cipriana, la querida monjita que regenta la cocina del asilo desde años y años, ¡más de 500 litros! de aceite de oliva (andaluz, por supuesto) así como una tremenda cantidad ¡más de 1.300 kilos! de productos de alimentación que, sin duda, ayudarán a la gestión del centro… Realizado el solidario gesto y cumplida la tradición, Antonio Rueda y los andaluces-laguneros aprovecharon para disfrutar de un almuerzo y reforzar los lazos que siempre han unido a Andalucía con La Laguna. ¡Felicidades y, como les dijo la superiora Sor María de la Cruz al finalizar la santa misa, ¡¡que nunca las mañas pierdan!!

Sor Cipriana con Antonia (d), la esposa de Antonio Rueda.

Saben que El Cotarro dominguero no suele una página gastronómica, pero me permitirán que en esta ocasión me detenga para contarles algunas anécdotas que he recolectado en el entorno de la celebración de la XIV Cumbre Internacional de Gastronomía – MadridFusión 2016 que, bajo la presidencia del periodista gastronómico, amigo y tocayo, José Carlos Capel, se ha celebrado esta pasada semana en la capital de España. En ella ha vuelto a estar presente Tenerife después de pasar por la Feria Internacional de Turismo – FITUR 2016 y de ocupar casi treinta páginas en la edición de enero de la revista Ronda, que se ha repartido en todos los aviones de la compañía Iberia.

José Carlos Capel en Tenerife, degustando tapas en el gastrobar El Gusto por el Vino

Comenzando por esto último, hay que felicitar a Jonatan García Lima gerente de la bodega Suertes del Marqués y su enólogo Roberto Santana, por el magnífica referencia a los vinos de Tenerife. Pero por el contrario, dando por sentado que el Cabildo de Tenerife ha colaborado (léase gastado unas perritas) con la publicación de estas páginas, creo que debería dársele un “variscazo” a quien escribió y/o a quien no revisó el texto (corto para mi gusto) dedicado a la gastronomía tinerfeña. En el mismo y con el título de “Al rico guachinche” se presenta un corto artículo donde se vuelve a confundir al posible turista sobre lo que es un verdadero (y autorizado) guachinche. Quien lo redactó puso que “a la gente le gustan porque son más distendidos que los restaurantes, y más baratos. Se respira un ambiente más cercano”… Si yo fuera propietario de uno de los más de 4.000 restaurantes de Tenerife, estaría “contento” de verdad. Por cierto que en la revista se traduce el artículo al inglés, y pone que el nombre de nuestro típico y casi desaparecido establecimiento se pronuncia “gwa-chin-che”

Jonatan García Lima (c) con su padre, Francisco García Núñez (i) y Roberto Santana