En Nuakchot, monseñor Albert Happe me enseñó cientos de pateras a la espera de zarpar y cientos de subsaharianos esperando agachaditos y a la sombra, el momento de su embarque hacia una nueva vida, a riesgo de perderla durante la travesía. No sean cínicos, no seamos hipócritas. El ministro Escrivá ya lo ha visto y ahora y también viene su compañero Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, para ver lo mismo y seguir actuando de la misma manera. Si construimos más centros de internamientos de extranjeros (CIEs) se llenarán; si rehabilitamos el abandonado cuartel de Las Mercedes o el de Artillería en la Plaza del Cristo de La Laguna, se llenarán también; si disponemos de más plazas en hoteles, se ocuparán de igual modo. La hemorragia está abierta y sin control. Y el resto de “solidarias” comunidades autónomas de España, también actuando hipócrita y cínicamente. Miles de pateras y subsaharianos esperan para salir. Y las mafias dispuestas para ayudarles explotándolos. Es cuestión de tiempo. Y tienen todo el del mundo para esperar.
Monseñor Albert Happe, junto a un cayuco en las playas de Nuakchot (Mauritania)